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martes, 22 de diciembre de 2009

Cuervigato

Cuando deje de caer la que está cayendo me vestiré de filigranas o de animal patético y te iré a buscar con billetes robados y dinero dibujado por niños gánsteres, en un coche hecho de plastilina y con ruedas de botones, que correrá veloz como los ratones. Saldré a las calles con mis orejas deformadas y los ojos cerrados para no ver a nadie, aunque el mundo si me verá y se reirán de mí y me señalarán con sus dedos en llamas, hasta que yo hable en mi idioma de cuervigato que somete la ira de las bestias si les haces juegos de manos.

Luego, cuando te haya alcanzado te agarraré con mis garras y nos trasladaremos hasta un llano de fango donde un globo anfibio estará hinchado y listo para irnos, después me abrazaras a más de un palmo, con tu mirada de amor desgastado y tu bata de cola acolchada, nos abrigará en las cumbres y mis zarpas de garza rasgarán el cielo para hacer sonar la melodía que nos cantará una nana y viviremos eternamente, aunque solo comamos cristal de nube o el viento siga acatarrado y entonces gritare, ¡sube, sube y dame paso, que llevo pies de gato y genes de cuervigato!

Yoyo

miércoles, 20 de mayo de 2009

Todo se aprende

Elevaba sus sueños más preciados con aroma de libertad en un paraíso que creía encantado, pero donde lamentablemente casi todos los protagonistas usaban antifaz, cayó en una jauría de depredadores escondidos en las sombras de la Estigia con hambre de burla y de risa, envidia y poder, y así, disfrutaban desgarrándole la piel.

Entre un nido de víboras y escorpiones, tras un velo de palabras todas extrañas que ella no lograba entender y que utilizaban como garras, naufragaba el amor que en quimera se volvió con el paso de los años, pasando de niña a mujer y con una madurez otorgada a fuerza de caer una y otra vez y ya con su piel ajada, destrozada y depredada, el estigma de la esclavitud del creer y del soñar jugaron a no borrarse quedándose como huella en alguna conciencia ajena a ella, y...caminaba arrastrando sus alas totalmente desgarradas.

En una región estéril de ese nido, nauseabunda, oscura, pero con un encanto particular, aprendió, contando con los dedos de las manos a sus amigos, más de uno le sobró!
en cautiverio y alejada de la jauría se pudo recuperar, cicatrizadas sus heridas aprendió a estudiar, conoció la melodía necesaria para a las víboras encantar, el idioma perfecto para a las fieras domar y entre el caos de la calumnia se levantó.

Con alas o sin alas, aprendió...que a ningún verdugo le interesa la verdad y que cada uno juzga sin piedad, aprendió a ver el sol tras las sombras y el veneno que brota de demonios disfrazados en el bello atardecer mas muestra la sangre con la que se han de enriquecer, nadie se percató que entendería... aprendería como volver a sonreír, pasarían los días y volvería a ser feliz.

Y ahora se la ve caminando… sin doblegarse, ni arrodillarse, sin suplicar e implorar, sin temblar, la sonrisa volvió a mostrar, sus sueños elevó, no tienen precio, ni sollozos, ni color, son libres como el viento y no los ha de abandonar, de espaldas a la mentira ha de andar, no importa que le crean o no, qué más da! vuelve a creer, crear y soñar, así la jauría la vuelva a atacar, cada día de aquellos que la hundió le sirvió para hacerse más fuerte, todo se aprende...

Yoyo

domingo, 31 de agosto de 2008

La vida a pinceladas

Una mujer dibujaba sus últimos rasgos descarnados, con pinceladas de lágrimas casi inexistentes, dejó su pincel a un lado y caminó hasta quedar en frente de la ventana, atisbando un hermoso día, con rayos de sol, entre cruzados con sonrisas de pequeños y risueños niños jugando en el parque, de una fuente bebían unos gorriones que chapoteaban en sus aguas, un par de enamorados en un banco y un anciano con su perrito bien amado, ella solo hacia que observar y dejaba de vez en cuando escapar una sonrisa de sus labios, casi invisible e irónica, por ver ese tan bonito panorama, podría dibujarlo, si, pero lo que otro vería como hermoso, ella lo veía como infrahumano, risas y alegrías, amor y placer... todo lo trasportaba al pozo de sus descontentos y se ahogaba cada vez mas en él, ¿porque los demás no podían ver, lo que ni a un palmo se podía oler? Y pensaba que, seguro a esas personas alguna tristeza les dañaba, y en cambio estaban allí riendo y jugando demostrando alegría por doquier ¿y porque ella se sentía tan perdida? ¿Porque no podía reír con alegría? Ella solo veía su vida pasar a pinceladas creadas por bestias, con puños moldeados por niños y con plastilina, pero que de igual modo laceraban su corazón, su espíritu y su rostro, dejándola casi palideciente ante la triste pintura que no hacia ni dos minutos estaba dibujando.


Esa mujer, doliente y errante ante el estado anímico que su vida había creado, sepultaba sus recuerdos en una fría caja de cartón, allí guardo sus tesoros mas preciados y lloró, lloró hasta haber disecado la bolsa de su lacrimal, hasta ver que por mas que llorara, de sus ojos no saldría nada.


Había sido bella, hermosa como una orquídea, como una flor anacarada, esa belleza quedaría por siempre ocultada, siendo visitada de vez en cuando por el dolor y la soledad que ahuyentaba cruelmente su felicidad.


Un buen día decidió cambiar su vida, se levantó y rebuscó un papel en esa caja de cartón que enterraba al fondo del armario, para que la felicidad que yacía en ella no la hiciera daño, busco y busco... aquel trozo de papel y al fin lo encontró permanecía doblado, con un ligero olor varonil y amarillento por los años que habían pasado desde que el mismo nació, en el había escrito solo dos frases bien compuestas y llenas de amor :


”Eres mi niña bella, mi dulce azucena
ven conmigo a compartir una vida plena”


Al leer estas palabras ella comprendió lo que en verdad deseaba, aquello que por orgullo y vanidad alejó de su lado, pero de repente la decisión de una nueva vida cobro figura de diablo que le esbozaba risotadas altisonantes, entonces comprendió que el papel no estaba amarillento por la humedad, si no por los años pasados y enterrados en esa caja de cartón, se miró al espejo y pudo ver que la tersa tez, ya no era tan tersa, y una figura geométrica casi deformada, su cuerpo declinado y apesadumbrado por la soledad con la que había marcado su camino.


En ese momento se dejo caer al abismo de una oscuridad y solo pudo ver a través de sus párpados, ahora medio cerrados un atisbo de luz tan ínfimo y frustrante, roto por el cruel destino que partió sin aviso, añoró a aquel tren que se fue sin hacer sonar la campanada de la última llamada de embarque, dejándola en el arcén cultivada entre deseos, lágrimas y llantos...


“El amor es como el viento, si logras atraparlo, proclámate dueño y señor de sus alas, porque si no lo haces, volverá a volar, y nunca se sabe si te volverá a rozar, no vaya a ser que un día te despiertes entre sabanas mojadas por las lágrimas, y te des cuenta que él, alzó su vuelo en su mejor momento y partió, sin avisarte y entonces podrías darte cuenta que la vida te quedó hecha a pinceladas en un bosquejo sin pena ni gloria”


Yoyo
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